Es nuestro folklore un inmenso tesoro, un acervo bordado con primor en el tejido del tiempo. Sus tradiciones, sus costumbres, su artesanía, su música, su vocabulario, pueden expresar todo lo que el alma, llana y franca, de sus gentes quiere manifestar. Seguid pues, jóvenes, el consejo que pone Aristófanes ̶ refiriéndose a la labor de los poetas ̶ en boca del Coro en su obra Las Avispas: “… guardadlo en vuestras arcas como manzanas olorosas”.
Ante este panorama tan amplio, nos vamos a centrar en el folklore musical y teniendo muy en cuenta los textos que han sido elaborados por las gentes, sencillamente inteligentes, del lugar de forma anónima a lo largo del tiempo y, en muchos casos, con una fuerza poética exquisita.
I.- Cantos de boda
Las bodas en Lagartera han sido esencia de su tradición, resolviéndose en el maravilloso traje que lucían la novia y sus “hamayeras” (damas de compañía de la novia). Parafraseando a Adolfo Salazar hablando de Sevilla, podríamos decir: “El traje de Lagartera no existe. El traje de Lagartera es una ilusión de la luz”. Pero no menos ilusión de luz eran las hermosas canciones que conformaban un acontecimiento tan especial.
Revista Blanco y Negro – Madrid, 23 mayo 1970 (Sainz Bermejo)
1. Romance de El último Sacramento
Siguiendo al hermosísimo romance de los Mandamientos, que veremos más adelante, vamos a entrar por otro no menos bello como es el de El último Sacramento, también “camino muy afable” que nos va a llevar por una de las cumbres de nuestro patrimonio cultural.
Este romance se cantaba, dentro del ritual de las bodas en Lagartera, la víspera de la boda: el llamado “día de la carne”. La noche de ese día, se celebraba la “Ronda del calzado”, sonaban los alegres acordes de la jota y los invitados, con el novio a la cabeza, entraban en la casa de la novia, donde eran agasajados por sus familiares con bandejas repletas del “rico”: cristiones (dulce típico de boda), hojuelas y buñuelos de viento. Mientras, los “hacheros” (los que llevaban velas para los novios en la iglesia) cumplían cabalmente con su agradable cometido: que no faltara la alegría del vino en los vasos.
En el romance aparecen, siguiendo las convicciones de aquel tiempo, consejos que la mujer de hoy no estaría dispuesta a aceptar:
“Por esta razón, os digo
que tienes que estar sujeta
a los lazos de aquel yugo,
que así lo manda la Iglesia”.
Pero el mismo romance, de una forma muy delicada y exquisita y con gran belleza ─ pensando, quizás, y adelantándose a los tiempos, en el amor y el respeto que merece la mujer─ expresa:
“Y, para su ligereza,
Le ponen alas y vuela”.
Era tanta la emoción del momento que, en palabras de Julián García Sánchez: “Dicen que todas las novias escucharon este romance con lágrimas en los ojos.” De acuerdo con el mismo autor, este romance puede datarse en el siglo XVI.
Escuchémosle en este enlace El último sacramento:
2. Romance de Los diez Mandamientos
Es también un romance largo y bello, presente en el folklore de muchos pueblos castellanos. En Lagartera se cantaba la noche de bodas. Después de haber asistido al baile de las “hamayeras”, que se celebraba en casa de algún familiar en honor de los novios, los invitados se dirigían a la casa de éstos para echarles la ronda.
Algunas de sus estrofas, como muy bien dice D. Julián García Sánchez, elevan nuestra “…imaginación tras de Góngora y San Juan de la Cruz”. El mismo autor data el origen del romance en la primera mitad del siglo XVII. El hecho de cantarlo en esta noche quizás esté relacionado con los “mayos”.
Si tenemos en cuenta el fuerte simbolismo del “mayo” o árbol como elemento fecundador, el cual informaba todas estas canciones, no es de extrañar que el romance de los Mandamientos, adscrito al círculo de los “mayos” e influenciado de su simbolismo, entrara a formar parte del ritual de la noche de bodas.
La ronda terminaba con el convite de los novios: Las guitarras volvían a los alegres acordes de las jotas y rondeñas, las jarras repartían alegría e ilusión repletas de pasión y de vino.
Hay otra modalidad de los Mandamientos que también se canta en Lagartera; Alan Lomax, el gran etnólogo americano, la recogió en el año 1953 en la voz de Manuela Santillana tal como yo se la oí cantar también a mi madre. Esta modalidad es, como diría Álvar Monferrer al analizar el romancero popular en las comarcas de Castellón de la Plana, “un romance profano que va repasando los mandamientos para ensalzar su amor por la dama, que obliga a transgredirlos todos”. Su aparición por Lagartera pudo deberse al tránsito de segadores o a la trashumancia de ganados. Es frecuente en el resto de España.
Escuchémoslo en la hermosa voz de Manuela Santillana, recogida por Alan Lomax:
3. Canción de bodas
Cantando a la puerta de la iglesia
Una vez celebrada la ceremonia nupcial y tomado el desayuno por la pareja en casa de la novia, el novio, con los invitados masculinos de la novia, regresa a su casa. Allí permanecerá hasta la hora del banquete; a esa hora, acompañado de sus invitados, irá en busca de la novia. Es en este momento cuando de nuevo suenan las guitarras, bandurrias y almireces y se canta la Canción de bodas:
A por la novia venimos
Y no nos la quieren dar,
A palos y a garrotazos
nos la vamos a llevar.
Por esta calle que vamos
Tiran agua y salen rosas
Y por eso la llamamos
La calle de las hermosas.
La novia no ha pisado nunca, durante el noviazgo, en casa del novio. Sé de un caso en el que la novia, saltándose la costumbre, provocó la irónica reacción del padre del novio: “Buenas entrás tíé Torralba”(Me he levantado en el pie izquierdo). De ahí la siguiente estrofa:
Salga la madre del novio
Un poquito más afuera
A recibir a su hijo
Y a reconocer la nuera.
Estrofas de este tipo – quizás algunas provengan de entonces – se debieron de oír en la boda de Felipe IV y Mariana de Austria en Navalcarnero.
canción de bodas
II.- Otros romances
Los romances no son sino noticieros en verso ̶ para una mejor memorización ̶ del diario acontecer. En Lagartera han pasado de boca en boca, como en toda la geografía peninsular, a lo largo de los años; este paso oral a lo largo de los años es el responsable de las distintas versiones en las diferentes regiones.
Como más autóctonos podemos señalar Sabadito por la tarde, especialmente en el apartado musical, y El mozo lagarterano; otros, como La loba parda y La serrana de la Vera, se debieron transmitir a través de la trashumancia, ya que se encuentran en otras regiones.
1. Sabadito por la tarde
Es este uno de los romances más exclusivos de Lagartera en su aspecto musical, que también ha sido recogido en otros pueblos de la zona como Caleruela y Gamonal – aunque son lugares cercanos, hay variaciones importantes en las distintas versiones, quizás la más completa es la de Lagartera -, así como en diversos lugares de Castilla, Agapito Marazuela lo recoge en su Cancionero de Castilla. Así mismo, aparece en otras regiones de la geografía peninsular: en Extremadura, en Asturias, en Cantabria, en Madrid.
En él, la familia, las vecinas, la calle, la fuente, la iglesia, la religión, la amistad son elementos clave en el proceso amoroso de tiempos pasados.
En su vocabulario aparece algún término poco utilizado ya, como zabucar, en el verso
Por no zabucar el cieno…
En relación al aspecto musical, le oí comentar en cierta ocasión a D. Julián García Sánchez que, según Hilarión Eslava, era una canción mozárabe por su particular manera de enlazar musicalmente la finalización de un verso con el comienzo del siguiente. Elena Le Barbier Ramos, en su artículo Dos Romances de la Tradición Oral de la revista Cuadernos de Campoo, (Principal Cuaderno nº 5), nos dice de este romance “que se cree de principios del siglo XIX”. También nos habla de versiones que constan de dos partes claramente diferenciadas: la una, la de la misa, y la otra, la de las amonestaciones, que se van comparando hasta la muerte final, por amor, del protagonista. De ahí que en algunos lugares aparezca con los títulos de El desdichado, El rondador desesperado, El amante desdeñado.
La versión cantada en Lagartera es la referida a la parte primera; tanto música como letra, así se la escuché a mi madre y así la aprendí de ella.
Sabadito por la tarde
2. El mozo lagarterano
Aunque le otorgamos la consideración de romance, no es en propiedad un romance, sino una canción con sus estrofas y estribillo. Como tal debió de nacer y así parece confirmarlo su estructura silábica en la que aparecen versos octosílabos, propios del romance, pero también heptasílabos y hexasílabos para adaptarse a la música.
La letra es claramente alusiva a Lagartera. No sabemos si el trovador lagarterano se inspiró en alguno de los romances antiguos, de cordel o de ciego.
Podemos datar este romance en el siglo XIX, ya que en él aparecen características que, surgidas a finales del siglo XVIII, se fueron consolidando en el siglo siguiente y que pudieron influir en su composición:
– La aparición de los manolos, majos y chulapos madrileños de D. Ramón de la Cruz y de la pintura de Goya.
– Las reivindicaciones sociales frente a los caciques.
– La decisión paterna, por motivos económicos, a la hora de contraer matrimonio.
– Hay en el mismo también un trasfondo de Fuente Ovejuna:
Este romance dio origen a la canción Mi lagarterana que, con letra de Mariano Bolaños y Alfonso Jofre de Villegas, compuso Ángel Ortiz de Villajos Cano [Adra (Almería), 1898 – Guadarrama (Madrid),1952]. Lilian de Celis grabó una versión en 1958 con la discográfica Columbia, versión muy conocida en Lagartera. Creyendo que era original del pueblo, – como pienso que es el romance, a partir del cual debieron, Bolaños y Jofre, componer la letra de la canción, ya que es más sucinta – escribí hace tiempo la partitura como de autor anónimo; investigando sobre la misma, di con los autores; de la partitura sólo he encontrado la carátula y la letra, pero no la partitura en sí.
En algunos documentos encontrados en Internet, confunden esta canción con Amores lagarteranos, con la cual ganó Villajos en 1934 el Premio de Honor del Concurso de Canciones Regionales, celebrado en el Teatro Coliseo de Madrid. Carmen, su hija, de sólo 7 años de edad, la cantó acompañada al piano por su padre. Villajos parece ser que se quejó de la poca notabilidad que se le dio a esta canción en Lagartera, centrada más en Las lagarteranas del Maestro Guerrero, pero puedo asegurar que, en los últimos años, a nivel interior del pueblo, sus dos canciones han tenido y tienen una gran relevancia; puede descansar tranquilo en su suelo almeriense.
Mozo Lagarterano
III.- Jota y rondeña
Otras de las canciones que intervenían en la celebración de las bodas, así como en el resto de los días de fiesta, eran las jotas y rondeñas que les daban una especial alegría a cualquiera de ellas.
1. La jota
Photos Pedro Fernández – Oropesa
No es fácil determinar el origen de la jota, los estudiosos no se ponen de acuerdo sobre su nacimiento en España. D. Eduardo Torner cree en el origen andaluz y que, por tanto, la siguiente estrofa está en lo cierto:
La jota nació morisca
Y después se hizo cristiana,
Nuestra opinión es favorable al origen andaluz de la jota en Lagartera, o bien directamente, o bien de forma indirecta transformando la jota de Aragón a través de la influencia mozárabe, ya que mozárabes fueron los que colonizaron estas tierras con el avance de la Reconquista.
En la jota lagarterana, se aprecia “esa tristeza perezosa y soñadora” de los aires andaluces y árabes frente a la “energía vital” de la jota aragonesa, en términos de Lagartera, es un baile más “sentao” (lento). Pero tanto la jota aragonesa como la de Lagartera hacen, como decía Cervantes “brincar las almas y retozar la risa, causan desasosiego en los cuerpos y ponen azogue en todos los sentidos.”
Sus letras hacen referencia no sólo al proceso amoroso, sino también a las tareas diarias de sus gentes.
En una de sus estrofas aparece un vulgarismo fónico muy propio
Que de Lagartera son
“mirailas” y “reparailas”…
Vemos cómo el fonema -d del imperativo plural es sustituido por el fonema -i. Este vulgarismo fónico no aparece entre los más comunes de la lengua castellana.
Salero
1.1. La jota del uno
Photos Pedro Fernández – Oropesa
Es ésta una denominación propia de una de las jotas que se cantan y bailan en Lagartera. No sabemos el porqué de este nombre ni cuando comenzó a denominarse así. Investigando sobre el hecho, hemos encontrado dos posibles procedencias:
– Una procede de la manera de acompañarla con la guitarra: se toca en Sol mayor y sólo se pulsa el traste de la prima, dejando libres los bordones, ya que no se tocan.
Jota del Uno
2. La Rondeña
Photos Pedro Fernández – Oropesa
La rondeña es una composición muy especial. Su origen tiene una doble fuente: los fandangos provenientes de la ciudad malagueña de Ronda y la aparición en las rondas —de ahí también su nombre— que se organizaban en Andalucía, Extremadura, Castilla y La Mancha en honor de las jóvenes pretendidas por los mozos.
En sus letras hay pruebas de ese doble origen, veamos:
– La rondeña malagueña:
La rondeña malagueña,
la que canta un primo mío…
– Si quieres que te quiera:
Ese veratillo no,
de que cantan los veratos,
me metía de entre ellos
y me lleva la afición.
Si en la jota hay un estribillo que se entona a coro, en la rondeña el estribillo suele ser instrumental; la interpretación requiere tal capacidad de entonación, ritmo, sensibilidad y sentimiento que sirve para lucimiento de aquellos/as que la cantan, dando lugar a un combate musical de superación.
Aquí una alegre serie de rondeñas recogidas por Alan Lomax:
Viva Sevilla y Oviedo (Rondeña)
IV.- Otras canciones
Hay otras muchas canciones referidas a los diversos aspectos de la vida: canciones religiosas, canciones navideñas de ronda, villancicos, toreras, del trabajo de temporada, infantiles, etc. Las que hemos comentado son quizás las más representativas de la esencia de nuestro folklore.
Veamos a través de este enlace el trabajo realizado por Alan Lomax en Lagartera, año 1952, recogiendo su folklore.
Mujeres con Ximbomba. Foto, Alan Lomax, 1952
V.- Acompañamiento instrumental
Quizás el instrumento primigenio que acompañó las primeras canciones que nacieron en Lagartera fue el rabel.
El rabel de Lagartera difería en algunos detalles al utilizado en otros lugares, aunque básicamente era similar. La caja de resonancia, algo más aplanada y ancha, se cubría con una piel agujereada en el centro, alguno se asemejaba más a las formas de la guitarra, tal como se aprecia en fotografías de Ortiz Echagüe.
El viejo rabelero: fotos de Ortiz Echagüe
El rabelero lagarterano más destacado, fallecido recientemente, ha sido José Reviriego, que participó y ayudó a Alan Lomax en sus grabaciones realizadas en el año 1952. También se dedicó al pastoreo. Por los años setenta, actuó en el madrileño Café de Chinitas acompañado de su rabel y de su madre, tía Teodora, “la de los niños”, gran conocedora de bailes y canciones de nuestro folklore; ejercía de partera ̶ de ahí su apodo ̶ y realizaba unos hermosos ombligos, de los que se sentía muy orgullosa.
Eduardo Oliva con rabel. Foto de Alan Lomax, 1952
Otros rabeleros grabados por Alan Lomax fueron Manuel y Anastasio Reviriego, y Eduardo Oliva Pascual que interpreta La loba parda, acompañado del rabel, en una de las grabaciones.
Tomás Oliva con rabel. Foto de Alan Lomax, 1952
En 1973, Arcadio de Larrea graba a José Reviriego tocando con el rabel una jota, y el acompañamiento de una canción de ronda de Navidad: En Andalucía yo tengo una flor y un romance navideño: La Virgen y San José iban a una romería, en ambas canta con su madre, tía Teodora; se puede escuchar en Músicas de tradición oral: Salamanca, Valladolid y Toledo
In Andalusia with rabel and the Samaritana
Hay más documentos de rabeleros lagarteranos: en 1986 graban a Victorino Pataco tocando el rabel y cantando Las tres comadres borrachas y una Jota para formar parte del CD Los últimos tañedores del rabel – V. 2 de la colección La Tradición Musical en España, Tecnosaga S.A., 1995. El rabel con el que toca Victorino Pataco, lo fabricó Manolo Pataco, su hijo, en madera de pino ─tal como lo aconseja una copla que se canta en Burgos, Soria y La Rioja: El rabel para ser fino/ ha de ser de raíz de pino─ en su taller de carpintería; la familia lo donó al Centro Etnográfico de la Fundación Joaquín Díaz en Urueña, Valladolid, donde hoy se encuentra.
Vitorino Pataco, Las tres comadres borrachas acompañado de rabel
Jaime Jara, en Oropesa, y Francisco Velasco, en Sotillo de las Palomas, tienen talleres de fabricación de rabeles. En YouTube se encuentra una grabación sobre su trabajo en un programa de Castilla-La Mancha en 2001. Cerca también de Lagartera, en La Calzada de Oropesa, se encuentra el taller de rabeles de don Heliodoro de 82 años, pero que trabaja con la ilusión de un joven para que este instrumento no desaparezca. Se puede ver un vídeo de su taller en CULTURA DE RAÍZ Frikifolky.
La guitarra, la bandurria, el laúd son los instrumentos primordiales en la actualidad. Hay otros instrumentos más simples y sencillos ─algunos eran utensilios de la vida diaria─ que han acompañado desde siempre, y a falta de los primordiales, la música popular, como son: la caña, la zambomba, el pandero/pandereta, el cántaro golpeado en la boca con una alpargata, el caldero, la botella frotada, la tabla de lavar, el cencerro, el almirez, el mortero, la sartén, la carraca, las castañuelas, los platillos ─vulgarmente llamados en Lagartera “tapaeras”, las tocaban los muchachos que entraban en quintas para dar ritmo a la música que acompañaba sus rondas─.
Conclusión
Para terminar, quiero, desde estas líneas, rendir mi más sincero homenaje a todos aquellos compositores y compositoras anónimos que elaboraron letra y música de nuestro folklore, así como pasos de jotas y rondeñas en sus bailes, aunque quizás el más puro homenaje sea cantar y bailar de vez en cuando sus viejas canciones, entregando a la juventud la rama de mirto o de laurel ─ya que son nuestros sucesores─, tal como hacían los griegos cuando cantaban al final de las comidas para pasar el turno al que debía seguir la canción.
Zéjel, grupo folk de Lagartera
En este punto quiero hacer una mención a Zéjel, el grupo en el que pude desarrollar algunas de mis aspiraciones musicales. Zéjel nace como parte de la semilla musical que Sor Francisca ̶ mujer inolvidable ̶ siembra en este pueblo. Su primera actuación ̶ exitosa, ya que ganan el primer premio ̶ es en Madrid, en un festival de música religiosa. En sus comienzos, está formado por: Yolanda, Carmen, Olvido, Lorenzo, Jorge y José “Chinas”; cantan canciones de grupos folk de aquel tiempo: Jarcha, Nuevo Mester de Juglaría, Nuestro Pequeño Mundo… Me brindan unirme a ellos, yo les propongo hacerlo cantando canciones populares del pueblo y composiciones nuestras. Nos incorporamos Rosario y yo. Fueron cinco años imborrables. Me haría una gran ilusión que alguien siguiera nuestros pasos.
Ensayando en el patio de las monjas
Así pues, animo a la gente más joven a participar en el ─si es posible─ resurgimiento de nuestro folklore; hay un grupo de personas que están dispuestas, unas a aportar sus conocimientos y sus recuerdos, otras, las más jóvenes, a investigar y poner toda su ilusión en esta tentativa. En este grupo están Raquel García Moreno, hija de Julián García Sánchez que tanto amó este pueblo; Prados Calatrava, directora del Museo; y Maricarmen Alía Moreno, directora de la biblioteca; ponerse en contacto con ellas puede ser el inicio de una hermosa aventura.
Bailando en la calle cerca de donde estaba ‘Ca’ Cari’ en 1980, y ahora está la tienda de Pili y la casa de Luis. Están tía Piedad y tía Leoncia.
Francisco Cano Moreno, Lagartera, Toledo, octubre 2022
Gracias a la Association for Cultural Equity por permiso para incluir tres fotos de Alan Lomax.