Es imposible salir a dar un paseo en esta época y no oír ningún pájaro. Están eufóricos, a pesar de que esta primavera sea un poco distinta con pocas lluvias y tan altas temperaturas.
Se fueron ya los invernantes y a mediados de febrero se pudieron ver las primeras golondrinas (Hirundo rustica), que empiezan a buscar sitio para hacer sus nidos o reutilizar los de otros años. Cuando era pequeña recuerdo que en casa de mis abuelos había un nido, todos los años me fascinaba ver cómo alimentaban a sus polluelos que no dejaban de pedir más y más. Era frecuente que hubiera nidos en los patios. Ahora es menos común, la gente dice que ensucian mucho y son ruidosas, pero no se dan cuenta de que nos quitan los mosquitos gratuitamente. Debemos respetarlas, cada vez hay menos y además está prohibido destruir sus nidos.
Un poco después llegaron los aviones (Delichon urbicum), que son parecidos, pero no iguales. Si nos fijamos un poco podemos apreciar que tienen la cola más corta, por debajo son completamente blancos, no tienen la mancha anaranjada en la garganta que presentan las golondrinas, y también tienen el obispillo blanco, que es la parte por encima de la cola. Anidan en colonias, hacen los nidos en cornisas de edificios con barro, también son diferentes a los de las golondrinas que hacen una especie de cuenco, con la parte superior abierta. Los aviones solo dejan un pequeño agujero por el que entran y salen.
Otro pariente de las golondrinas son los vencejos (Apus apus). Podemos verlos volando por las calles de pueblo, sobre todo a primeras y últimas horas del día. Tienen las alas muy estrechas y son completamente negros. Se pasan la mayor parte de su vida volando, solo paran para criar. Aprovechan pequeños huecos en los edificios altos. Una característica suya es que tiene las patas muy cortitas y necesitan estar en alto para emprender el vuelo. Si alguna vez os encontráis alguno en el suelo, es posible que si le ponéis en alto salga volando sin más, si no está enfermo claro.
Como decía al principio están todos cantando, algunos son verdaderos artistas de la interpretación, un ejemplo son los ruiseñores, (Luscinia megarhynchos) que llegaron con muchas ganas de encontrar pareja y cantan de día y de noche…No tienen un plumaje muy llamativo, es un pajarito de color marrón anaranjado bastante uniforme, más clarito en la parte ventral. Son difíciles de ver, pero su canto es una delicia. Aquí os dejo un ejemplo:
Todos hemos visto en jardines y huertos a los preciosos jilgueros (Carduelis caeduelis) o ‘colorines’ como también se les llama por aquí. Estos sí que son llamativos, por canto y plumaje. Están con nosotros todo el año, pero en invierno no cantan, se juntan en bandos que pueden llegar a ser bastante numerosos para aguantar el frío. Es fácil encontrar algún nido en arbustos y arizónicas de los jardines que, por supuesto no debemos molestar y respetarlos, son aves silvestres.
Un pariente bastante común es el serín verdecillo (Serinus serinus), que ahora canta insistentemente desde lo alto de algún árbol o desde los cables de la luz por las calles del pueblo. De lejos parece un pájaro completamente marrón pero cuando vuela se puede distinguir bastante bien el amarillo del obispillo. Los machos lucen vestido de gala para conseguir pareja en primavera con la frente garganta y pechera también amarillos.
Pero para colorido, no tienen competencia los abejarucos (Merops apiaster) aunque a los apicultores no les caigan muy bien porque se alimentan de sus abejas. A su favor diremos que también comen otros insectos voladores que pueden ser perjudiciales para ellas, de este modo compensan los perjuicios. Hacen sus nidos excavando un agujero en el suelo así que no es raro verlos en los vallados de los caminos o cerca de cortados donde pueden anidar. Los fotógrafos se recrean con esta especie…
Entre arboledas y en dehesas tenemos Oropéndolas (Oriolus oriolus), más difíciles de ver, pero si alguna vez sorprendéis a alguna no se os olvidará el precioso color amarillo de los machos contrastando con el negro de sus alas. Las hembras, como siempre, lucen colores más apagados tirando a verde, así como los jóvenes. Puede que alguna vez hayáis oído su canto aflautado a primeras horas del día.
Se oyen también cucos (Cuculus canorus). Verlos es más complicado. Son de tamaño mediano y color gris con los ojos amarillos. Se esconden encinares y dehesas, buscando nidos de otras especies donde poner sus huevos para que se los críen, muy buenos padres no son… Pueden imitar el color de los huevos de la especie a la que parasitan para que no sean detectados, cuando nace el pequeño cuco, se encarga de sus competidores y los arroja fuera del nido para recibir todas las atenciones en exclusiva. Su canto se oye a mucha distancia. No debemos confundirlo con el de la abubilla de la que ya hemos hablado. El cuco emite dos notas: cu-cu, y la abubilla tres: pu-pu-pu, o cuatro: pu-pu-pu-pu.
Y para acabar por hoy, hablaremos de su pariente el críalo (Clamator glandarius) de similar comportamiento, aunque estos no se deshacen de sus hermanastros en el nido. Emite un sonoro canto mientras se desplaza, son bastante escandalosos, con lo cuál es fácil de ver. Parasita sobre todo urracas. En algunas ocasiones, he visto tres o cuatro pollos de urraca acompañados de un críalo que permanece con ellos una vez abandonan el nido, como uno más de su especie. De tamaño parecido al cuco, pero de plumaje más variado. Con el torso oscuro moteado de blanco, el vientre clarito, la garganta amarillenta y capirote gris con una pequeña cresta.
Por supuesto tenemos muchos más, pero otro día contaremos más cosas. Esperamos que os guste esta selección primaveral.
Texto: Irene González Sánchez
Fotos: José Miguel Millán, aparte de la foto del vencejo, que es de la SEO
Lagartera, Toledo, mayo 2023
Si quieres saber más:
Golondrina común – SEO/BirdLife
Avión común occidental – SEO/BirdLife
Jilguero europeo – SEO/BirdLife
Serín verdecillo – SEO/BirdLife
Abejaruco europeo – SEO/BirdLife